De niño, me obsesionaba todo lo relacionado con la música. Empecé a tocar el piano o la batería junto con las grabaciones y, sin darme cuenta, aprendí a distinguir entre distintos instrumentos, voces y estilos. Empecé a imaginarme diferentes tratamientos para una canción. Me preguntaba cómo habría sonado de forma diferente si tan solo…

Cuando me uní a mi primera banda, pude contribuir realmente a los arreglos y la producción musical.

Entonces me di cuenta de que había encontrado tanto mi pasión como mi talento en la música. Prosperé. Actuaba y, cuando no lo hacía, producía el trabajo de otros. En 1998 se inauguró el primer Fenixlab.